domingo, 3 de febrero de 2008


EL ENVIADO

Mi Padre me remitió a este mundo
para que yo pregonara su diáfano legado
diligente el amor en los hombres he sembrado
pero ciertamente a veces me confundo
la naturaleza humana es bastante complicada
y poco piensa en la necesidad de redención
difícilmente comprende el valor de la oración
parece que su alma se encuentra congelada
en forma vehemente mi mensaje he revelado
para que el humano su espíritu pueda remozar
pues el cuerpo es fungible y no logra perdurar
en tanto que el tiempo del alma es siempre ilimitado
constantemente a los hombres yo les he inculcado
la importancia de compartir su vida en armonía
brindar amor al hermano es la más bella melodía
porque así desde el comienzo ha sido estipulado
pero este mundo que tanto practica la impaciencia
obstinado vive en una permanente confrontación
raramente percibe que el odio es una maldición
una sórdida perdición que degrada la conciencia
este bello planeta que a mis criaturas he confiado
ahora retoza por una irresponsable degradación
a menos que el hombre cese su infausta agresión
de las estrellas recibirá un castigo despiadado
obsesionado el hombre adora su vellocino dorado
fundando su torpe vida en un paraíso pendenciero
su existencia sólo busca afanosa el efímero dinero
y no cultiva en su interior la dicha de ser honrado
impresionado veo cómo se practica la indecencia
juzgando a semejantes con actitud tan denigrante
ciertamente esta forma no constituye buen talante
porque es mucho el odio que trae la vil maledicencia
bien importante es que el hombre cultive su intelecto
para que pueda desarrollar buenas obras en su vida
pero más sabio es que asuma una actitud enternecida
para que toda su existencia se aproxime a lo perfecto
mi Padre ha sido del Universo el sublime arquitecto
y todas las cosas Él las concibió bastante generosas
sus obras siempre han sido demasiado bondadosas
y su comportamiento sin duda tan noble y tan correcto
yo soy Jesús el enviado del Supremo que todo lo gobierna
y a este planeta vine para cumplir una misión redentora
para que todos los hombres puedan al llegar la hora
subir gloriosos a disfrutar la promesa de una vida eterna.


Mauricio Bernal Restrepo.
Bogotá, Colombia.

Ilustración: Autor desconocido.

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