domingo, 4 de mayo de 2008


JUAN SALVADOR GAVIOTA

Grandes cosas muchas veces la vida nos revela
cosas muy soterradas que uno raramente nota
con su vuelo antojadizo Juan Salvador Gaviota
un elocuente mensaje nos deja mientras vuela.

Miles de gaviotas que en la arena se congregan
apacibles se deleitan en el remanso de la playa
al fondo yacen pescadores tirando su atarraya
en tanto que las palmas por la brisa se doblegan.

Allá en el horizonte el sol se levanta iridiscente
con diáfanos destellos que anuncian la mañana
cada que la vida fluye con su radiante resolana
un nuevo día cursa hasta apagar en el poniente.

Una blanca gaviota pionera se levanta presurosa
y abriendo sus dos alas remonta en raudo vuelo
presto ella responde a los dictados de su anhelo
hasta que en el cielo aparece altiva y primorosa.

Juiciosamente la manada la sigue en su aventura
y todas al unísono alegres compiten con el viento
con su vigoroso trino ellas disfrutan el momento
en un pintoresco vuelo que realizan con premura.

Siempre las gaviotas acostumbran volar rasante
la bandada se desplaza bastante cerca del suelo
quizá porque desean estar muy cerca del señuelo
o tal vez porque la altura no resulta emocionante.

Pero un día una gaviota descontenta con su sino
rechazó la mediocre vida que llevaba la manada
y con firme disimulo se fue quedando rezagada
pues una gran aventura le deparaba su destino.

Y así comenzó entonces a probar con acrobacia
todas las posibilidades que sus alas le brindaban
ella sabía que unas gaviotas doradas le llamaban
desde remotos mundos que surcaban la galaxia.

Con especial esfuerzo ella comenzó a prepararse
remontando cada vez unas alturas insospechadas
retornando luego con sus alas al cuerpo ajustadas
y más de una vez contra el suelo fue a estrellarse.

Siempre ella se reincorporaba para seguir luchando
y cada vez se precipitaba con una mayor velocidad
lentamente fue perdiendo el miedo a la adversidad
y con ello una destacada experiencia fue acopiando.

Por gracia de su constancia ella logró la excelencia
y en uno de esos vuelos consiguió arribar al paraíso
allí unas gaviotas doradas le concedieron el permiso
para habitar el mundo donde gobierna la conciencia.

Sabias cosas asimiló en ese paraíso tan privilegiado
una de las cuales es la más importante en esta vida
aprender y luego enseñar es la consigna establecida
la vida sólo tiene sentido cuando dejamos un legado.

Así Juan Salvador Gaviota pudo sentirse emancipado
y después de haber copiado el lenguaje de los dioses
retornó a su bella tierra ancestral en medio de goces
para dedicarse a enseñar el arte que había asimilado.

Allí sus compañeras lo recibieron con afecto renovado
y muy maravilladas admiraron la destreza de su vuelo
ahora todas juntas podrán realizar el preciado anhelo
de ver su plumaje como el oro, radiante y bien dorado.


Mauricio Bernal Restrepo.
Bogotá, Colombia.
(Versos diversos)®
Fotografía: Autor desconocido.

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