miércoles, 21 de enero de 2009


SIN TREGUA

Qué desdicha acompaña a los humanos
y cuán difícil les resulta apaciguar
nunca cejan en su manera de confrontar
sólo atienden a sus caprichos mundanos
siempre su criterio quieren implantar
y todas sus luchas tienen fondo de metal
porque metálicas son las balas que detonan
metálica la riqueza que quieren disputar
metálicos los soles que en su pecho pretenden ostentar
y bien metálicas son las ojivas de su ingenio nuclear
mientras los cuerpos en la guerra se desploman
qué poco los hombres el afecto se condonan
qué poco saben ellos acerca de perdonar
nunca su cabeza quieren inclinar
todas sus palabras parece que enconan
ya poco se divisa el pensamiento racional
porque ya nada les parece digno de acatar
sólo se quiere acometer y avasallar
sólo se piensa en términos de económico caudal
sólo se pretende vilmente la sangre derramar
para sumir a los deudos en una pena secular
en un dolor que lento al alma calcina
porque ya muy poco el candor se legitima
casi nadie tiene tiempo para forjar
un futuro de apacible bienestar
a casi nadie ya le gusta contemplar
el bello paisaje de un mundo que vive en la equidad
un mundo que practica sin complejos su ejercicio fraternal
cuando funda su comportamiento en la consigna
de vivir con sólida base en el respeto general
buscar la concordia ciertamente es un trabajo artesanal
se requiere primero rendirle honrado culto a la verdad
escuchar tolerantes a todo aquel que pretende discrepar
y gozar triunfantes si el antagonismo logra conciliar
vivir en armonía es un imperativo universal
porque el mundo ya no soporta tanta iniquidad
en culto diario se ha convertido el arte de engañar
el hombre honrado observa impasible la triste realidad
ya nada parece atenuar la beligerante terquedad
hoy la confrontación es el máximo ritual
qué triste decirlo ahora que me acompaña la soledad
pero el hombre camina hacia un abismo fatal
involuciona presuroso hacia el desastre orbital
y en todos los guarismos de naturaleza presupuestal
no existen partidas para aliviar la penuria general
cada vez la brecha es una grieta más difícil de cerrar
que poco a poco nos distancia sin parar
el planeta es uno pero el hombre lo quiere fragmentar
mientras que unos pocos derrochan su caudal
la gran mayoría por el hambre sólo puede sollozar
y el entorno gime porque el hombre no para de contaminar
este no fue el propósito de Dios cuando quiso su obra comenzar
ni corresponde a su deseo cuando nos impuso la norma general
por eso ante todo debemos decirnos la verdad
y la verdad absoluta no se puede falsear
cuando el hombre aparta el ego de su sino existencial
acoge el fundamento del mandato celestial
del que sólo se desprende en forma sustancial
el legado cimero
el consejo proverbial
el decreto divinal
de amar sin medida
amar sin descansar
amar eternamente
amar de verdad.

Mauricio Bernal Restrepo.
Bogotá, Colombia.

Fotografía: Autor desconocido.

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